LA SOCIEDAD GLOBAL DE LA INFORMACION




Según Armand Mattelart dice que “existe un nuevo orden informacional con una importancia geoestratégica por los recursos energéticos”.

La caida del Muro de Berlin y el auge de internet estan relacionadas con la emergencia de una nueva doctrina estratégica de la comunicación. La hegemonia de la hiperpotencia se da a través del poder blando “softpower” donde las potencias más grandes querian dominar o gobernar sobre otrass para poder tomar sus pertenencias.

Matterlart resalto los aportes que estan realizando las organizaciones de la sociedad civil, especialmente con miras a la Cumbre Mundial sobre la sociedad de la información que se celebra en el 2005 en Tunez. 


Las tres gráficas corresponden (de arriba a abajo) a :
(1) Mundo desarrollado ; (2) Mundo en su conjunto ; (3) Mundo en desarrollo.
 

Es un fenómeno de transformación profunda de la vida y las relaciones entre individuos, gobiernos, empresas y organizaciones por el uso intensivo de las TIC, tecnologías que facilitan la creación, distribución y manipulación de la información y juegan un papel esencial en las actividades sociales, culturales y económicas. La noción de sociedad de la información ha sido inspirada por los programas de desarrollo de los países industrializados, y el término ha tenido una connotación más bien política que teórica, pues a menudo se presenta como una aspiración estratégica que permitiría superar el estancamiento social.

El concepto sociedad de la Información comenzó a utilizarse en Japón durante los años sesenta, considerándose al autor Yoneji Masuda como divulgador del término, a partir de una obra publicada en 1968. Así, será el autor Manuel Castells quien, de un modo más descriptivo que crítico, examine los caracteres del nuevo paradigma para acuñar, no ya la noción de Sociedad de la Información, sino la de era informacional, con Internet como fundamento principal a este nuevo modo de organización social en esferas tan dispares como las relaciones interpersonales, las formas laborales o los modos de construir la identidad propia. Asimismo, la noción de "sociedad de la información" trae consigo una serie de disposiciones históricas que la emparentan con el cambio de mentalidad desde la arcaica a la moderna. En realidad, la sociedad de la información no existe más que en la imaginación de los utópicos tecnológicos, quienes también han soñado la alfabetización mediática como solución a los problemas del mundo. Con las cinco preguntas esenciales del Center For Media Literacy, el mundo podría cambiar. De igual modo, la sociedad de la información lleva inscrito la bandera libertadora de una sociedad más igualitaria y más justa. Gracias al avance tecnológico, la sociedad fue evolucionando con el paso del tiempo y con esto, surgen inventos como: el periódico, el telégrafo, el teléfono y la radio, que fueron bien recibidos por la sociedad. Incluso cuando ésta se encontraba reticente a los cambios, ya que por ejemplo creía que la tecnología iba a reducir los empleos como (en la Revolución Industrial, con la creación de máquinas que lograron sustituir la labor del hombre en la producción de algodón y lana). En tiempos recientes (2000-2018) se han ampliado los alcances de la tecnología y se han creado dispositivos como: los celulares, las tablets, las computadoras; los sistemas expertos; nuevas máquinas de producción, entre otros). Desde el punto de vista normativo, es difícil que el Derecho logre seguir el avance tecnológico, ya que la tecnología está constantemente renovándose y el Derecho tiene un avance más lento (debido a que debe cumplir con determinados procedimientos como la elaboración de una ley). La sociedad de la información es vista como la sucesora de la sociedad industrial. Relativamente similares serían los conceptos de sociedad post-industrial (Daniel Bell), posfordismo, sociedad postmoderna, sociedad del conocimiento, entre otros. Este último concepto parecería estar emergiendo en detrimento de la sociedad de la información.



En los años noventa, la caída del muro de Berlín y el auge de Internet, como red de acceso público, han proyectado las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación al centro de la redefinición de las doctrinas sobre la construcción de la hegemonía mundial.

El primer acontecimiento acaba con la estrategia del 
containment del tiempo de la bipolaridad e instaura aquella del enlargement, el ensanchamiento pacifico a través de la integración de cada vez más países a la global democratic marketplace.  Dicha nueva doctrina geopolítica de la “hiperpotencia solitaria”, según la expresión de Samuel Huntington, supone sacar provecho de las inversiones simbólicas acumuladas desde casi medio siglo a través de los vectores de la cultura de masa y otros signos de la american way of life.  Estas inversiones, se presupone, la red de las redes les puede potencializar al máximo.  La hegemonía cultural se confunde con el ejercicio del softpower, el poder blando, el poder de seducción y el rechazo de las estrategias que recurren a la fuerza y a la coerción.  Tal doctrina no deja de recordar la “diplomacia de las redes”, substitutiva de la “diplomacia de la cañonera”, elaborada a fines de los años sesenta por el consejero en materia de seguridad nacional de Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, en su libro sobre la sociedad tecnotrónica. De lo que se trata es fijar la agenda de tal manera que las prioridades de la superpotencia se vuelvan prioridades de todos.  Llevarles a aceptar normas e instituciones que producen el comportamiento deseado.  De allí la importancia crucial que reviste la global informacion dominance, la hegemonía reticular.

Esta búsqueda por afianzar la hegemonía informacional comporta también su vertiente “Defensa”.  El díptico 
Netwar Cyberwarexpresa los dos componentes de la llamada guerra del conocimiento, la “noopolítica”.  Este neologismo, acuñado por los investigadores del think tank, la Rand Corp., es derivado explícitamente de la noción de noosfera elaborada por el padre jesuita Teilhard de Chardin, paleontólogo, cuyo pensamiento sobre la “planetizacion ” había previamente inspirado a McLuhan su cliché “aldea global ”.  La primera es en contra de los nuevos enemigos que recurren a las redes (carteles de la droga, terroristas, activistas, etc.).  La segunda se aplica a los conflictos de tipo militar, a gran escala, pero modificados en sus formas por las tecnologías de la inteligencia, conocidas en la jerga militar bajo el acrónimo C4ISR (Comando / Control / Comunicaciones / Computación / Inteligencia / Vigilancia / Reconocimiento).  La information dominance
 
va a moldear, durante la primera guerra del golfo y las intervenciones en la ex-Yugoslavia, el discurso sobre la figura ideal e idealizada de la guerra perfecta, limpia, la guerra de “intervenciones quirúrgicas” de “daños colaterales”.



Por otra parte, los primeros pasos de la red de las redes desencadenan los grandes proyectos de infraestructura mundial. Basta recordar algunos hitos de esta carrera de Estados Unidos en abierta competición con la Unión Europea. En 1995, en la Cumbre de Bruselas, el G-7 (el grupo de los países más industrializados), por primera vez, se reúne para tratar del problema de la “sociedad global de la información” (allí se acuña la noción), en presencia de unos cuarenta representantes de la industria informática y aerospacial y en ausencia de representantes de la sociedad civil. En su conferencia inaugural, Al Gore, entonces vicepresidente de Estados Unidos, habla de un “Nuevo orden mundial de la información”. El año anterior, desde Buenos Aires, en la conferencia plenaria de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, cuyo tema central era “Desarrollo y telecomunicaciones”, el mismo Gore había anunciado al mundo su proyecto de autopistas de la información (Global Information Infrastructure), extrapolación al nivel planetario de su proyecto doméstico (National Information Infrastructure) publicitado el año anterior. Incluso Gore había dado como ejemplo las políticas neoliberales de desregulación de las telecomunicaciones en Argentina, Chile y México. En su discurso, Gore reanuda con las tecno-utopias del ágora universal que desde el siglo diecinueve no han dejado de acompañar las tecnologías de comunicación a gran distancia. Pero supedita la realización de sus promesas a la liberalización de las redes. En julio 2000, el G-8 reunido en Okinawa, siempre en presencia de altos dirigentes de las grandes empresas, proclama una “Carta sobre la sociedad global de la información”. De hecho, es la primera vez que el grupo de los países más industrializados toma acto de la existencia de una “brecha digital”. En la Cumbre del G-7 en Bruselas, el tema de las desigualdades no había siquiera sido abordado. Claro que entre ambas fechas ha irrumpido en la escena mundial el movimiento social (entre otros en Seattle en contra del nuevo ciclo de negociaciones en la OMC) con su crítica al peso desmesurado de los grandes países industrializados en todas las instituciones internacionales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario